Color y amor desbordante en Vetagrande

Las Calles de Vetagrande, repletas de arte urbano.

Un viaje que se planea siempre se disfruta, pero de vez en cuando, se vale darle un “golpe al timón” y cambiar la ruta planeada. Adentrarse en senderos no contemplados para permitir el asombro. Hacer esto puede convertir un día común en una experiencia espectacular, tal como me ocurrió al visitar Vetagrande.
A 11 kilómetros de Zacatecas capital, Vetagrande es una localidad pintoresca (cabecera del municipio del mismo nombre), cuya geografía se extiende por calles sinuosas que suben y bajan al capricho del terreno. A lo lejos se distingue el Templo del Calvario, que observa desde las alturas el resto de la traza urbana, acariciando el cielo y ofreciendo al mismo tiempo una postal muy peculiar de un pueblo que parece suspendido en el tiempo.
La primera vez que quien escribe estas palabras visitó esta pequeña localidad fue para descubrir Taller Vetagráfica del artista Alberto Ordaz, incansable promotor cultural de la región. Ahora el motivo fue tan artístico como divino, pues la oportunidad de caminarlo fue el pasado Jueves Santo, día en que todos los habitantes de Vetagrande muestran su devoción, unión y talento decorando las calles del pueblo con tapices de aserrín.
¿Qué tiene de especial? Lo primero es que la expresión “todos los habitantes” no está escrita a la ligera. Adultos mayores, hombres y mujeres en la flor de la vida y niños salen desde el mediodía y hasta que se oculta el Sol, para trabajar en el tapiz que habrá de decorar su trecho de calle. Todos sonrientes, todos laboriosos, unos con las manos pintadas de anilina de múltiples colores, otros con un gis o piedra marcando en el suelo las figuras que habrá de llevar el tapiz. Las dos calles principales, que ese día permanecen cerradas al tránsito vehicular, se llenan de almas, de sudor y de esfuerzo. Observar a toda una comunidad unida en una misma actividad es un espectáculo sobrecogedor y (tristemente) cada vez menos común.
El aserrín se coloca en enormes recipientes con anilina y agua, para ser “montado” sobre el asfalto de forma cuidadosa e ir configurando los tapices, que lentamente se vuelven dibujos y figuras referentes al catolicismo y en especial a la Semana Santa y Pascua. Corazones, cáliz, árboles de la vida, flores, cruces, la figura de Jesús o la Virgen María son algunos de los más comunes, aunque cada familia le brinda un toque muy particular. Cada obra puede tomar hasta 4 horas para considerarse concluida, aunque no es el punto final.
Una vez montado el tapiz de aserrín, se debe de mojar cuidadosamente, pues al secarse, el aire puede “levantarlo” y acabar con la pieza artística en un parpadeo. Por la noche se lleva a cabo una silenciosa procesión sobre los tapices que forman un sendero, marchando sobre ellos los habitantes del pueblo que llevan imágenes de Cristo y la Virgen. A lo largo del camino se montan siete altares en dónde se expone al Santísimo y se llevan a cabo rezos. Es así, en un ambiente de profunda fe y amor, que cumplen así, su efímera y bella existencia.

El silencio de las calles se rompe durante Semana Santa.


Las raíces
La tradición de hacer tapetes de aserrín en Vetagrande tiene más de 15 años (salvo 2020 y 2021, que se suspendió por motivos de la pandemia). Cuentan los lugareños que fue el padre Manuel Berumen Quezada quien animó a la comunidad católica del lugar a celebrar los Días Santos de una forma diferente. El primer año se hizo con pétalos de flores, pero a partir del segundo y hasta hoy se optó por el aserrín, que es más asequible para las familias, aunque no es el único material, pues algunos optan por usar también tierra, ceniza o flores para redondear su tapiz.
Un viaje que se planea siempre se disfruta, pero de vez en cuando, se vale darle un “golpe al timón” y cambiar la ruta planeada. Adentrarse en senderos no contemplados para permitir el asombro. Estas palabras nacieron gracias a recorrer Vetagrande, de sus calles onduladas, sus murales urbanos, el arte que la rodea, la intensa fe en su viento, de la sonrisa y calidez de su gente y de los colores que siembra en el alma.

El camino
¿Cómo llegar?

Desde Zacatecas capital toma la vialidad Manuel Félguerez y luego un tramo de la carretera federal 155. Encontrarás los señalamientos de Vetagrande y llegarás en aproximadamente 15 minutos.

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