Se detiene para charlar cuando ya ha recorrido 4 kilómetros de los 5 que planea hacer. Jadea un poco, pero no está cansada (“en los últimos días no había podido correr”, se disculpa). Elis se encuentra en un momento peculiar en su vida, donde se mezclan varias de las mejores cosas que le han pasado con las peores. “Es un momento extraño, por un lado me siento emocionada para subir al escenario y por otro tengo un poco de tristeza porque ayer (el miércoles) se metieron a mi casa y se robaron hasta a mi perro, entonces es así como un encuentro de dos cosas, por un lado el enojo y la impotencia de no poder hacer nada y por otra parte feliz porque por fin soy totalmente independiente, no más oficina de management o booking, es Elis Paprika sacando todo adelante”.
La rockera sabe que subir al escenario será una catarsis necesaria, como nunca antes. “La gira comienza el viernes en Morelia y luego aquí en Guadalajara”, anota con voz suave al hablar sobre el show y la música, aunque cuando se trata de hablar del robo a su casa adquiere un tono serio. Le molesta haber perdido lo material, pero más que se hayan llevado a Elvis, su bulldog inglés blanco que “ni la debía ni la temía” en este asunto. Paprika se detiene para hablar con este diario, pero dentro, en su mente, la carrera sigue.
En plena transformación como mujer y artista, Elis define la dualidad que vive como una evolución, misma que compartirá con los tapatíos este fin de semana en un concierto que espera sea bohemio, largo y sobre todo, liberador.
—¿Qué tan libre te sientes ahora que tomas las riendas de tu carrera?
—Primero me da mucha emoción, porque estamos haciendo cosas que quería hacer desde hace mucho tiempo, además de que este año también sale "Animal" en Estados Unidos y estamos viendo la posibilidad de irnos a España, lo que está super chido.
—¿Qué es lo que hace diferente a esta placa de lo que habías hecho antes?
—En los discos anteriores siempre había manejado lo ‘nena’ y lo ‘rocker’, mitad y mitad, también era dividir los temas en inglés y en español, pero ésta vez ganó la furia. Ya no hablo tanto de amor o desamor, ahora es más de aspectos sociales, de lo que estamos pasando, de la violencia y cómo el humano está destruyendo todo. Nada más hay una rola que es nena, como llamo a lo que es dulce, pero son cuatro tracks roqueros, cuatro en español y una en inglés.
—La nueva etapa viene con cambio de nombre hasta para tu banda
—(Risas) Me acompañan los Black Pilgrims, que bueno, antes les decían ‘ah, tú eres de Elis Paprika’, y no, ¡esa nada más soy yo, no son mi propiedad! (risas) Creo que era necesario que tuvieran una identidad propia.
—Ya te ha tocado presentarte en escenarios de todos tamaños, ¿en dónde te sientes más cómoda?
—Cuando comencé me gustaban mucho los foros chiquitos, porque así podía ver a la gente, ver las caras y a los que se entregan. Pero los masivos siento una energía súper cab… Cada uno tiene su encanto porque éste sábado estoy en un lugar chiquito, pero vuelvo el 16 de marzo para presentarme en el Revolution Fest que es masivo. Voy a disfrutar ambos mucho.
—¿Cómo estás armando tus conciertos, sobre todo ahora que llegar con un nuevo disco?
—Va a ser distinto. Cuando estuvimos en el Maldito Tour (su gira pasada) pasaba que mucha gente pedía canciones o muy viejas o los sencillos nuevos y ya. Este concierto del fin de semana está armado con un poco de todo, y ahora sí que cómo Vicente Fernández, ‘mientras no dejen de aplaudir, yo no dejo de cantar’. El show va a ser duro, rocker, el enojo de Eli como que está dominándome (risas).
—Pasas por un momento complicado luego del robo, ¿Es la música la catarsis que necesitas en este momento?
—Que bueno que tengo los shows para descargar la ira y que allí salga todos esos extremos, porque si no ya estaría en la cárcel (risas).
Publicada originalmente el 17 de febrero de 2012 en El Informador
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