Creo que algunas ciudades guardan una energía que se percibe en la piel en el mismo instante que ponemos un pie en ellas. Una especie de pulso que alimenta nuestros sentidos y nos hace sentir que estamos caminando sobre un terreno especial. Así me sucedió en Viena, la capital de Austria y alguna vez corazón de un imperio.
Sí, es verdad, no es la única ciudad que puede presumir tal cosa. Lo mismo se puede decir de Roma, Madrid, París, Londres, Berlín o Estambul. Pero hay un encanto sutil que solamente puede presumir Viena. Una elegancia y pompa que solamente esta metrópoli posee y fascina a quienes la recorren.
Sembrada de palacios (muchos de ellos convertidos en museos), iglesias, plazas imponentes y abundantes áreas verdes, Viena suele fascinar al visitante con su Centro Histórico, ¿qué te parece si comenzamos a caminarlo?
En la senda de Sisí
Durante el siglo XIX Viena era una de las ciudades más opulentas y cosmopolitas de Europa. Capital del Imperio Austriaco y luego del Austrohúngaro (junto con Budapest), desarrolló una infraestructura elegante, suntuosa y sobre todo monumental.
La lista de palacios que hay en Viena es amplia, aunque hay algunos indispensables, entre ellos los apartamentos imperiales de Hofburg, que fue residencia del emperador Francisco José y la emperatriz Elizabeth, conocida como Sisí, cuya fama gracias a las películas y series de televisión (incluida una en Netflix), hace de este recinto uno de los más visitados en la capital austriaca.
Dividido en diversas secciones, el Hofburg es un espacio monumental que hoy por hoy convoca a los fans de Sisi a visitar el museo, que guarda desde sus enseres personales hasta un recorrido por sus habitaciones (y también las del emperador), así como espectaculares salones donde se despliega todavía la mítica pompa imperial que desplegaron sus antiguos ocupantes.
La visita cuenta con guía auditiva en español y como en todos los museos de Viena, vale la pena adquirir las entradas por tiempo para garantizar el acceso. Las puedes encontrar aquí: https://www.wien.info/es/
Aquí está el penacho
Viena tiene una conexión profunda con México, no solamente porque aquí nació el malogrado emperador Maximiliano (hermano de Francisco José y cuñado de Sisí), sino porque en el Weltmuseum (a un costado del Hofburg) se encuentra el penacho de Moctezuma.
Este tocado de plumas de arte prehispánico suele ser el centro de atención para los viajeros mexicanos y se encuentra justo en el corazón de una sala con arte de nuestro país, tanto antiguo como contemporáneo. Según el sitio oficial del museo (https://www.weltmuseumwien.at/), los sábados es gratuita la entrada para mexicanos con identificación oficial.
El Welt Museum cuenta con una extensa colección de arte de culturas alrededor del mundo, destacado sus colecciones chinas, japonesas y de armaduras originales.
Un beso eterno
El Palacio Belvedere es uno de los más hermosos de Viena, y por su tamaño le dio para dividirse en tres secciones con sus respectivos museos. Si tienes qué elegir entre uno solo, entonces una elección perfecta es el Alto Belvedere.
¿La razón? Su colección de arte, con obras que tiene una antigüedad de hasta 800 años. En su extensa colección destaca sin duda “El beso”, de Gustav Klimt un óleo con laminillas de oro y estaño que se convirtió en un símbolo del arte de principios del siglo XX y cuyo impacto perdura hasta nuestros días, basta con decir que la sala donde se encuentra siempre es la que cuenta con más público. Entre besos, penachos y emperatrices, los rostros que ofrece Viena al andariego son múltiples. Una ciudad fascinante que se sigue reinventado entre su pasado imperial y su presente lleno de cultural, sabores y experiencias que tocan los sentidos.
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