Enamorado de Victoria


Ciudad de sutil toque inglés pero que guarda una profunda huella China en su historia. Capital de la provincia de la Columbia Británica con aire bohemio y andar pausado en sus calles. Una metrópoli que está creciendo a ritmo acelerado sin hipotecar su esencia. Así es Victoria.
Al Sur de la Isla de Vancouver, rodeada de agua, senderos verdes y un riquísimo entorno natural (no es gratuito su apodo de “la ciudad jardín”), Victoria es una de las joyas que poco a poco descubren los viajeros que llegan al Oeste del suelo canadiense.
Aunque la belleza ecológica que abraza a Victoria es notable, quienes la recorren terminarán por descubrir otros elementos que la hacen genuinamente irresistible. El primero es su bella arquitectura (con el Centro Histórico como un notable ejemplo de ella) y el segundo y más fascinante es son sus habitantes: amables, sencillos y siempre con una sonrisa para hacerte sentir que estás en casa.
¿Qué tal si comenzamos a recorrerla?


Todo comienza caminando
Una de las calles más vibrantes, por la oferta de negocios, historial y cultura que guarda es Government Street, que es igual de popular entre los turistas como los locales.
Al caminarla (de hecho un segmento es peatonal) podremos encontrar atractivos que cautivarán tu vista (ten lista tu cámara), como los Edificios del Parlamento de la Columbia Británica, el Hotel Empress, el Museo Real de la Columbia Británica y el puerto de Victoria, por mencionar los más monumentales.
Aunque recorre diversos barrios, dos llaman la atención y merecen darles tiempo. Uno es el Barrio Victoria en el Centro Histórico de la Ciudad y el otro es la fastuosa Chinatown, que es el barrio chino más antiguo de todo Canadá, creado en 1859, con la migración de esa comunidad que llegó a suelo norteamericano para trabajar en la construcción de la vía férrea transcontinental.
Si llegas desde Government Street en su cruce con Fisgard Street, Chinatown te recibe con su bella puerta de acceso, llamada “Gate of Harmonious Interest”, levantada en 1980. Tras cruzarla, aparecerán ante tus ojos restaurantes, verdulerías y tiendas de curiosidades. Vale la pena entrar en algunas de ellas y en especial recorrer el callejón Fan Tan, donde se encuentra un pequeño museo (la entrada en gratuita), en el que se narra la historia de esta comunidad.



Redondeo de sabores
Tras una buena caminata por el Centro y Chinatown se abre el apetito. Victoria es una ciudad generosa en opciones gastronómicas, aunque algunas infaltables son las tardes de té, una costumbre muy inglesa que se quedó impregnada en la ciudad.
Si tienes oportunidad, reserva una experiencia de té en el Hotel Empress, uno de los clásicos de la ciudad que ofrece una vista espectacular al puerto. Aquí se hospedaba la reina Isabel II cuando visitaba la Columbia Británica, lo que nos regala una idea de su ambiente tan fastuoso como elegante.
La experiencia de té permitirá elegir entre más de 18 variedades de tés, además de una cuidada selección de repostería, sándwiches y chocolates. En www.teaattheempress.com/ puedes checar menús, horarios y tarifas. Es una actividad que vale la pena vivir.
Una opción casual y deliciosa está en Nourish Kitchen & Café, que ofrece brunch todos los días y cenas de jueves a domingo, usando una encantadora casa en el vecindario de James Bay.
El menú, creado por el chef Max Durand, se construye con ingredientes de la región y de temporada, por lo que en cada visita encontrarás una que otra novedad. Ojo que cuenta con magníficas opciones de bebida, con cerveza y vino de Columbia Británica. Tras caminarla, saborearla y escucharla, Victoria le regala al viajero espectaculares vistas nocturnas desde su bahía. El reflejo titilante de las luces de sus edificaciones, con los Edificios del Parlamento como los más notorios en el horizonte es una última postal de amor que regala esta ciudad que crece a ritmo acelerado sin perder su esencia.


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