Aventura candente en Mazatlán


Playas fabulosas de arena suave. Todo lo anterior aderezado con olas que conforman una suave sinfonía marina. Aún en la sombra, el calor te encontrará, siempre húmedo y salvaje, aunque delicioso por las noches. Ciudad de gente franca, sonrisa honesta y conversaciones largas. Así es Mazatlán.
La ciudad sinaloense es apodada “La Perla del Pacífico”, un sobrenombre que aceptan con orgullo. Más orgullo les brinda haber nacido en uno de los puertos comerciales más importantes de México.
Es también un enclave comercial, turístico, gastronómico, deportivo y artístico. Una urbe que en menos de dos siglos pasó de ser una pequeña aldea pescadores a un indispensable en la agenda de todo aventurero.
Arribé a Mazatlán con la intención de disfrutar unos días en sus playas. Pero terminé por encontrar una metrópoli sorprendente, llena de experiencias culinarias y culturales que jamás imaginé. ¿Me acompañas?

Calurosa llegada
Del aeropuerto a la ciudad haces más o menos media hora en automóvil, un viaje que de paso te va a permitir conocer la parte “nueva” de Mazatlán, con cotos residenciales de lujo que busca volverse el motor económico y humano de la ciudad.
Mazatlán, a diferencia de otros destinos de playa, cuenta con hoteles en casi todas sus colonias, aunque sin duda los más atractivos se encuentran tendidos a lo largo del área turística, especialmente su gigantesco Malecón. Las opciones son para todos los bolsillos, desde clase turista hasta tipo boutique y cinco estrellas, incluyendo aquellos especializados en dar servicio a familias o parejas. Eso sí, es importante reservar con tiempo, pues los fines de semana la ciudad suele presentar una ocupación alta.
Ya con las maletas en el hotel, ¿qué te parece si damos un paseo por el malecón?

Maravilla humana
Con casi siete kilómetros de longitud y siempre en constante renovación, el Malecón de Mazatlán es un atractivo turístico básico en el itinerario de todo viajero. Muchos lo comienzan a recorrer desde el Valentinos, legendaria —y gigantesca— discoteca cuyo aspecto exterior asemeja a un castillo o iglesia en color blanco. Desde aquí se aprecia en todo su esplendor la costa mazatleca, con los pequeños botes pesqueros y el bullicio que le ha dado tanta vida durante más de dos siglos de existencia.
El malecón se ha ido extendiendo conforme crece la ciudad, por lo que se puede considerar como un testigo mudo de la evolución mazatleca. El tramo más antiguo está en el Paseo Lomas Altas, pegadito al Centro Histórico y cuyos cerros ofrecen dos majestuosas postales del puerto.
A lo largo del malecón podrás encontrar diversas estatuas, monumentos y glorietas, siendo las más célebres las dedicadas al Escudo de la ciudad, a los Pescadores, a Pedro Infante, a la Vida, la Mujer Mazatleca, al equipo de Los Venados de Mazatlán e incluso a las Pulmonías.
¡Ah, las Pulmonías! ¿Quieres saber qué son?

El sonido de la banda
Las pulmonías son unos pequeños automóviles (que se asemejan bastante a carros de golf) y que circulan a lo largo y ancho de la ciudad, aunque su presencia es más notoria en la zona turística. Su función es idéntica a la del taxi, aunque con algunos detalles coloridos.
El primero es que cada pulmonía es adornada de acuerdo al gusto de su conductor, por lo que es raro ver dos iguales en la ciudad. Lo segundo es que cada pulmonía es toda una “rocola”, pues los choferes gustan de ir escuchando su música (casi siempre de banda) a todo volumen. Y lo tercero es que con el calor que hace en el puerto, se agradece que no tenga ventanas.
De forma curiosa, esta fama de ser “refrescantes” tiene que ver con su apodo. Dicen los lugareños que cuando aparecieron las primeras pulmonías —allá por la década de los años sesenta—, los taxistas no las vieron con buenos ojos.
Comenzaron a expandir el rumor de que viajar en ellas era malo para la salud, y al recibir todo el impacto del aire, los usuarios terminarían con una pulmonía. Los choferes del nuevo transporte, lejos de ofenderse, tomaron el señalamiento y lo usaron para bautizar a este transporte.
Es todo un espectáculo ver a las pulmonías, especialmente por las noches, cuando llenan los rincones mazatlecos con sus luces y sonidos.

Sazón marino
Ir a Mazatlán y no comer mariscos o disfrutar de una Cerveza Pacífico es como no haber ido. Quien te escribe estas palabras no es fanático de la comida marina, pero lo que probé allá no tiene otra descripción que supremo.
Los camarones en Mazatlán no tienen comparación. Enormes, jugosos y con un sabor cuya frescura es imposible encontrar en ciudades del interior, son los reyes de casi todos los platillos tradicionales del puerto. La experiencia de disfrutar de un rico cóctel, con una cerveza mientras observas el Sol hundirse en el Pacífico es sublime.
Sin embargo, no todo es cocina de mar por aquí. En años recientes Mazatlán ha visto aterrizar en sus tierras una serie de nuevas propuestas de cocina de autor, que sin dejar de lado los sabores del puerto, ha ido agregando nuevas fórmulas a la cocina.
Al final del día, luego de experimentar y curiosear por sus calles, descubrirás que Mazatlán ya no es nada más un destino de playa. Es mucho más.

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