El hechizo de Comala


Comala es una ciudad que no abandonará jamás tu mente. No puede ser de otra manera cuando hablamos de la ciudad por la que caminaron los personajes de “Pedro Páramo”. Tras leer esa novela me hice la promesa de que algún día, tomara el tiempo que tomara, la conocería. Conocería esas calles que me fueron descubiertas suavemente a través de la palabra escrita por Juan Rulfo.
Cerca de Colima capital (unos 25 minutos en automóvil), Comala tiene la etiqueta de Pueblo Mágico, misma que justifica sobradamente al recorrerla.
Sí, tiene ese aire de pueblo de antaño, por sus calles serpenteantes y desniveladas donde flota a toda hora un ambiente bucólico. Quienes vivimos en la ciudad con un ritmo acelerado nos sumergimos de repente en una atmósfera parsimoniosa que permea todo lo que se hace aquí. Prisas no hay para nada.
También ese su lado mágico bien presente. En sus colores tan absolutos. Con un cielo tan azul como no lo había visto y las fachadas de sus casas de un blanco puro e impoluto. Se siente en el canto lejano de los pájaros y en la visión esplendorosa del Volcán de Colima.


Caminar por el cielo
Las rúas de Comala, estrechas y empedradas, se disfrutan a pie. Dile adiós al auto una vez que llegues al destino y date la oportunidad de perderte en el primer cuadro de la ciudad. No lo camines apresurado porque los tesoros que guarda esta ciudad se revelan en los pequeños detalles.
El quiosco principal de Comala es —como no podía ser de otra manera—, dueño de un color blanco absoluto. Por las noches y durante las fiestas populares se convierte en el Centro de la vida social del pueblo. Por las mañanas, la paz y el silencio solamente se rompe a la hora de la comida o con la aparición intempestiva de los niños, que al salir del colegio, juguetean en el jardín principal.
A la sombra de un frondoso árbol nos encontramos con la estatua de Juan Rulfo, inmortalizado en el mismo pueblo que él eternizó en su obra literaria. Es una regla no escrita que los visitantes se tomen una fotografía al lado de la efigie del que se ganó la eternidad con “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”.
Los días en Comala en primavera y verano son calurosos. Y dado que está rodeado por la frondosa vegetación de la región, es un calor bastante húmedo, por lo que la recomendación es ir vestido con ropa ligera. Ahora, ya en temporada de lluvias es común que amanezca con una capa de espesa neblina y las noches se sientan mucho más frescas. Toma en cuenta que las lluvias son fuertes en la zona, así que es recomendable manejar con la máxima precaución.



Tocado por el Cielo

La Parroquia de Comala domina el horizonte, resalta por su belleza y se convierte en un imán para los viajeros. Es también el centro de la vida religiosa para los oriundos y al mismo tiempo un magnífico exponente de obras de arte sacro.
La Parroquia de San Miguel del Espíritu Santo impone desde su fachada de cantera. El interior es sencillamente otro mundo.
Se puede conocer mucho de las ciudades y pueblos que visitas si entras en sus edificios religiosos, y Comala no es la excepción. Si por fuera impera la sencillez y sobriedad, por dentro son esos pequeños detalles lo que la vuelven entrañable. Las figuras de los Santos, Cristo y la Virgen de Guadalupe se encuentran rodeadas de flores, colocadas allí por los devotos. Si en el pueblo apenas se suele escuchar el murmullo de conversaciones lejanas, aquí la norma es el silencio. El idioma de las plegarias y los rezos alimenta al espíritu de viajeros y habitantes.

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