El abrazo de Jalostotitlán

Hay ciudades que son capaces de abrazar a los visitantes. Donde no nos sentimos forasteros, sino que de inmediato adquirimos el estatus de ser un habitante más, como un hijo pródigo que vuelve a casa. El abrazo es con su gente, con su fe, con sus edificios, con sus sabores. Urbes llenas de magia donde cada rincón es una postal a la espera de ser descubierta. Son contadas pero existen. Y una de esas ciudades es Jalostitlán.
Uno de los primeros elementos que destaca para quien jamás había pisado esta ciudad de los Altos de Jalisco son sus edificios de cantera y las calles serpenteantes, que se doblan, suben y bajan de forma caprichosa, aunque siempre con dirección, siempre al Centro.
Y es allí, en el corazón de “Jalos”, donde la conexión espiritual es absoluta, porque la visita de este viajero coincide con una (si no es que la más) importante fiesta del municipio: La llegada de la Virgen de la Asunción (del 1 al 15 de agosto).
 
 
Sonidos que llegan al alma
Para los que lleguen en autobús a la ciudad y quieran dirigirse al Centro, el camino es simple: Camine todo derecho —en la misma dirección que la circulación de automóviles— por la calle Ramón Corona (que es justo donde es la parada de autobús, no hay central). No hay pierde, y en el camino puedes irte empapando con la tranquilidad de la que se jacta Jalos en sus mañanas.
Sin embargo, durante la fiesta de la Virgen la tranquilidad es sustituida por un delicioso bullicio. Las dos primeras construcciones que se aprecian en el horizonte son el Templo del Sagrado Corazón —con su fachada barroca y hermoso decorado—, y la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.
Durante la fiesta de la Virgen de la Asunción, la plaza se convierte desde temprano en un centro de peregrinaje, fiesta y baile. Grupos de devotos hacen fila para entrar a la parroquia de Nuestra Señora, mientras danzarines, muchos vestidos a la usanza prehispánica con penachos y plumas bailan en honor a María.
¿De dónde vienen? “Del Bajío, Celaya, Irapuato, León, el Estado de Hidalgo y de México”, contestan en coro, sudorosos y felices de “bailarle a virgencita”.
Las misas al interior de la parroquia son actos que reúnen a habitantes de todo el municipio. Para ellos es una fiesta, sí, pero con un enorme respeto y carga religiosa. Así, los jalostotitlenses llegan vestidos con sus mejores galas a la celebración de la Eucaristía. El interior rebosa de flores para la Virgen, rodeada del maravilloso arte de madera taraceada en las bancas y acabados del templo.
 
Sabores al exterior
Ir a Los Altos y no disfrutar de unas buenas carnitas, unos tacos o un plato de arrachera es como no haber ido. En el portal Alfredo R. Plascencia (a un costado del Templo del Sagrado Corazón) venden todo tipo de deliciosos platillos y antojitos mexicanos, pero también dulces de leche, piloncillo, nuez y caramelo. 
Especialmente deliciosos resultan las “bolas de leche quemada” (de leche, azúcar, canela y dulce de piloncillo).
Tras ir a misa y disfrutar de un buen platillo, vale la pena caminar una cuadra más, detrás de la Parroquia de la Asunción, donde se encuentra el hermoso kiosko estilo francés, a degustar una nieve tradicional. Los frondosos árboles del lugar serán perfecto escudo contra el calor, y mientras descansa, podrá admirar la bella arquitectura de la presidencia municipal, con su fachada pintada en un color carmesí con vivos blancos en sus ventanas y portales.

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