Caminos de Guanajuato

Todo viajero lo descubre tarde o temprano. Se da cuenta que hay cosas que no pueden capturarse con la cámara fotográfica. Que ciertas descripciones se resisten a ser plasmadas por escrito. Que hay destinos tan grandes, tan complejos y tan ricos, que exigen al aventurero una segunda, tercera o cuarta visita. O las que sean necesarias. Tal como sucede en Guanajuato. 
Son incontables las etiquetas que se le pueden adjudicar a Guanajuato capital. Ciudad mágica y llena de bellos ejemplos del barroco mexicano. Pero también moderna, en constante movimiento y alimentada por las almas juveniles que todos los días las descubren. Orgullosa cuna de los sabores más tradicionales y al mismo tiempo, sede de un vigoroso movimiento gastronómico que está encantando a paladares venidos desde diversos horizontes.



La llegada
Para quienes se aventuren en autobús, lo mejor es tomar un transporte urbano desde la Central (que se encuentra en las afueras de la ciudad) hasta el primer cuadro de la ciudad. El traslado no es mayor a 15 minutos, además de que te permite disfrutar de una magnífica vista de los suburbios, así como irte dando una idea de lo que te encontrarás en tu camino.
Algo que caracteriza a Guanajuato como Estado y en particular a su capital son sus sinuosas calles, pero eso de “sinuoso” aquí llega al extremo. En esta urbe todo se encuentra en un ángulo que está lejos de ser horizontal: O sube o baja. O se tiene que atravesar un túnel, subir una escalinata o rampa. Los caminos son serpenteantes y en general estrechos. Y ojo, pues las banquetas también tienden a serlo.
Si la visitas en esta temporada, te vas a encontrar con una ciudad que amanece con frío, pero va ganando temperatura conforme avanza el día, a tal punto que por la tarde estarás deseando encontrarte con una cerveza o una refrescante nieve. Se disfruta mucho más caminando que en automóvil, por lo que te recomiendo calzado cómodo y ropa clara. Ahora, ¿qué tal si comenzamos el recorrido?



Cuestión de fe
Si algo domina el horizonte de Guanajuato son sus iglesias, y si hay una a la que vale la pena entrar es la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato (calle Ponciano Aguilar 7). Su planta de cruz latina y parte de la fachada son los últimos elementos originales que quedan de la construida entre los años 1671 y 1696, pues la azarosa historia del Bajío mexicano se encargó de destruir el resto.
La imagen de la Virgen fue obsequiada a la ciudad por el rey Felipe II en 1557 y traída desde Andalucía. Originalmente tenía una rosa en la mano derecha, pero luego se la cambiaron por un cetro. Su interior está ricamente decorado con arte virreinal, decimonónica y contemporánea, distribuida en cinco salas.
Otro templo que se roba la atención es el de la Compañía de Jesús, levantado en 1747 a instancias de los jesuitas y de acuerdo al investigador Benjamín Arredondo, por una acaudalada dama guanajuatense, doña Josefa Teresa de Busto y Moya Xerez, proveniente de una familia de mineros. Por fuera, su arquitectura monumental es exquisita, mientras que en su interior resguarda una rica pinacoteca, excelente ejemplo del arte plástico de la Nueva España.
 
En el corazón
Tras una larga caminata por sus edificios religiosos, es buena idea tomar un descanso en alguna de las bancas del Centro de la ciudad, en el Jardín de la Unión. A diferencia de otros zócalos capitalinos, el Jardín de la Unión está bellamente decorado con árboles y jardineras, lo que lo vuelve un espacio ideal para el descanso y refrescarse del Sol que cae a plomo en el Bajío. 
También es un buen punto para adquirir algún souvenir. Aquí se dan cita pintores y artesanos que exponen su trabajo ante la mirada curiosa de los miles de turistas que cada día recorren las calles de la ciudad, y también están las infaltables tiendas con recuerdos y chacharas. Aquí se encuentran además sucursales bancarias, cajeros y farmacias.



El Teatro Juárez es uno de los edificios más hermosos del área. Abierto en 1903, el ya centenario recinto está coronado por ocho esculturas de bronce, que representan al mismo número musas. Su peristilo cuenta con hermosas columnas de tipo dórico, a cuyos pies suelen encontrarse los turistas que deciden tomarse un descanso. El recinto es la sede desde 1972 del Festival Internacional Cervantino, uno de los máximos encuentros culturales del país.
A un costado se encuentra una bella mole de cantera rosa: la Iglesia de San Diego. Era parte de un monasterio mucho más amplio, que fue seccionado a partir de las Leyes de Reforma (de hecho, el Teatro Juárez fue construido sobre una de sus antiguas áreas).
El templo levantado en 1663 es considerado el primer monasterio construido en la ciudad, y durante mucho tiempo una de sus grandes joyas arquitectónicas. En su nivel inferior se encuentra también el Museo de Sitio del Ex Convento Dieguino. Está cinco metros bajo tierra, que es de hecho, la altura que tenía originalmente la ciudad, modificada por las reconstrucciones e inundaciones que ha sufrido a lo largo de los años.


Momias, lo infaltable
Visitar el Museo de las Momias de Guanajuato (explanada del panteón municipal, s/n) es casi una tradición para todos los turistas. Desde el Centro hay que subir una cuesta bastante empinada (es mejor hacerlo en vehículo, te lo cuenta alguien que lo hizo a pie), y ya allí hacer una fila para entrar.
De acuerdo al departamento de turismo del municipio, “en 1865 se extrajo el primer cuerpo momificado que yacía en el panteón de Santa Paula. Así, conforme transcurren los años, van descubriéndose otros cuerpos en las mismas condiciones por las características del suelo en el que descansaban. En la actualidad son más de cien las momias que forman parte del inventario del Museo creado en su honor”.
El gobierno municipal remozó el museo en 2007, para hacerlo más cómodo a los visitantes. Ojo, que el uso de cámaras fotográficas o de video implica pagar un permiso especial y no se permite el uso de flash.
Todo lo anterior y mucho más es Guanajuato, la ciudad que se conoce a través de túneles y donde también es posible tocar el cielo. La urbe que presume a sus momias y también a sus héroes. La ciudad donde todo tiene una historia escrita y donde se están narrando nuevas aventuras. La que todo viajero descubre...tarde o temprano.

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